Un rider sabe bien que es eso que se siente abajo de los pies, esa sensación única que se puede experimentar y disfrutar a pleno, no siempre viene del asfalto o de estar sobre una ola bien armada, de la potencia del viento al ceñir con el kite surf, o de la nieve en polvo chocando tus rodillas al surfear la montaña. Por eso Javi (enviado Wamboo y Rock & Board) te cuenta en esta nota la experiencia del Heli Ski en Nueva Zelanda.
Como ya sabemos, Nueva Zelanda es una de las capitales mundiales de la adrenalina. Entienden a la perfección lo que la gente busca, y ponen todos sus recursos e ideas en pos de ofrecer cientos de actividades al aire libre, de forma profesional y segura; una de ellas es el "Heli Riding".
El Heli Riding toma como concepto el hecho de trasladar riders en helicóptero a lugares inaccesibles por tierra, donde la nieve es totalmente virgen, las bajadas mucho mas largas que en un centro de ski (con obstáculos naturales de por medio) enmarcados en una soledad absoluta, y con paisajes increíbles como telón de fondo. Todo esto te lo venden en un paquete muy tentador, el cual es imposible sacártelo de la cabeza hasta no estar sentado en el cockpit.
22 De agosto, era EL día para hacerlo. Nevadas recientes, cielo azul, y se eligió la zona de Glenorchy, al sur de Queenstown (isla sur, nueva Zelanda) por tener los cerros más altos de la zona, y por ende la nieve en estado ideal.
Helicóptero esperándonos, charla de seguridad, arvas funcionando en caso de avalancha, ya estaba todo listo para un gran día.
Creo que solo el viaje hasta la cima del cerro ya cumplía mis expectativas, pero al descender del helicóptero vi lo que se venia. Un inmenso cerro repleto de nieve nunca tocada, solo para nosotros. La ansiedad no nos dejo quedarnos mucho tiempo contemplando el paisaje, así que un par de fotos y a surfear.
Es difícil de explicar con palabras la sensación de estar flotando sobre nieve virgen, así que prefiero ni intentarlo cualquier cosa que escriba va estar muy distante de la verdadera experiencia.
Después de varias bajadas (el helicóptero bajaba cada vez para volver a subirnos a la cima), y almuerzo de por medio, construimos un lindo kicker para tirar unos saltos. Muy divertido, sobre todo porque la caída era como zambullirse en una pileta; con la nieve honda como pista de aterrizaje nada importaba.
Y así paso el día, dentro de ese gran parque de diversiones natural. Cervezas para el brindis final y sonrisas que todavía hoy son difíciles de borrar.
Fotos: Javier Tessio
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